Creer en la Bondad es un Acto de Fe en la Humanidad
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En un mundo lleno de desafíos, incertidumbres y diferencias, creer en las personas y en la bondad se convierte en un acto revolucionario, casi mágico. No es ceguera ni ingenuidad, sino una decisión consciente de enfocarnos en lo mejor de la humanidad, en la capacidad transformadora del amor y la solidaridad.
Creo en las personas que sueñan con construir un mundo más justo, libre y fraterno. Personas que, a través de sus acciones diarias, siembran esperanza en los corazones de los demás. Porque creer en un mundo mejor no es utopía, es una misión que comienza con pequeñas acciones: un gesto amable, una palabra de aliento, una mano que ayuda al caído.
Creo en una tierra nueva. Un lugar donde los niños puedan crecer rodeados de amor, respeto y la certeza de que el futuro será mejor, porque todos contribuimos a ello. Creo en la fuerza del amor, ese amor que une, que sana y que tiene el poder de transformar incluso las heridas más profundas.
Creo en el perdón y en la paz, esas virtudes que nos recuerdan que somos humanos y que, a pesar de nuestros errores, siempre podemos empezar de nuevo. Creo en el respeto y en la tolerancia que nos permiten aceptar a cada persona tal como es, sin juicios ni condiciones.
También creo en el esfuerzo diario de quienes luchan por preservar la naturaleza, conscientes de que nuestro planeta es un regalo que debemos cuidar para las generaciones presentes y futuras.
Y sobre todo, creo en Dios. Un Dios que no divide, sino que une; que es Padre y Madre, amigo y guía. Un Dios que está presente en cada acto de bondad, en cada sonrisa compartida, en cada mano tendida. Porque creo en Dios, creo en las personas como reflejo de Su amor.
A pesar de todo, creo en la bondad. Creo que en el fondo de cada ser humano existe una chispa de luz, una intención noble, un deseo de ser y hacer el bien. Incluso cuando el mundo parece oscuro, incluso cuando el dolor y la injusticia nos golpean, esa bondad sigue ahí, esperando ser reconocida y cultivada.
Esta es una invitación a reflexionar, a mirar con otros ojos y a actuar desde el corazón. Porque al final, creer en la bondad no es solo una creencia, es una elección que define cómo vivimos, cómo nos relacionamos y cómo construimos un mundo mejor.
Hoy y siempre, elijo creer. ¿Y tú?
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