NOCHES MÁGICAS
Hay recuerdos que permanecen grabados en el alma, momentos en los que el tiempo parecía detenerse y el mundo se reducía a dos corazones latiendo al unísono. Recuerdo aquellas noches mágicas, cuando el amor nos envolvía por completo, cuando las estrellas eran testigos de nuestra unión, un solo ser.
Era un amor puro, intenso, lleno de pasión y sinceridad. En esas miradas no había lugar para la duda, solo para la entrega total. Fueron noches donde el tiempo no existía y la rutina no tenía cabida. Éramos solo tú y yo, viviendo una conexión tan profunda que parecía venir de otra vida, como si nuestras almas se hubieran buscado por siglos para finalmente encontrarse.
Sin embargo, me pregunto: ¿en qué momento dejamos que esa magia se disipara? ¿Cómo permitimos que la rutina, las influencias externas o el paso del tiempo nos alejaran de esa pureza? Supe que eras tú, y tú supiste que era yo. Un amor tan sincero y real no se encuentra todos los días.
Pero aunque la historia haya cambiado, aunque las circunstancias hayan sido distintas, creo que esas noches mágicas no desaparecieron. Están ahí, flotando en el tiempo, esperándonos. Porque el verdadero amor, el que nace desde lo más profundo del alma, nunca se desvanece por completo.
Tal vez esas noches vuelvan, tal vez la vida nos dé otra oportunidad para sentirnos así de libres, así de vivos. Pero si algo es seguro, es que esos momentos, esos recuerdos, nos enseñaron lo que significa amar de verdad, sin barreras ni condiciones.
Y aunque el futuro sea incierto, algo en mí lo sabe: si el amor es auténtico, siempre encuentra el camino de regreso. Esas noches mágicas nos esperan, y con ellas, la promesa de una eterna felicidad.