El verdadero amor es un refugio

El amor verdadero es un refugio, un espacio de paz donde puedes ser tú mismo y, al mismo tiempo, compartir la mejor versión de ti con alguien más. Mi querido amor siempre está cerca de mí, en los buenos y en los malos momentos. En él encuentro fortaleza y consuelo, pero también inspiración y libertad.
Cuando siento que estoy perdida, él me devuelve a la tierra con su presencia calmada, como una roca firme que me sostiene. Es más valioso que cualquier tesoro material porque su amor no solo me acompaña, sino que me impulsa a descubrir el mundo y a superar mis propios límites. Con él, soy más de lo que pensaba que podía ser, y lo más hermoso es que, incluso en su ausencia, sigo siendo yo misma.
El amor que compartimos no nos encierra ni nos limita. Nos apoyamos mutuamente para crecer, para volar, para explorar nuestros sueños sin miedo. Él me hace sentir protegida, como si estuviera parada sobre un terreno seguro, pero jamás me retiene. Y yo hago lo mismo por él: soy su amiga, su cómplice, el lugar donde puede descansar y recargar fuerzas.
En sus brazos encuentro una paz indescriptible. Cuando estoy feliz, él celebra conmigo. Cuando estoy triste, sus abrazos me consuelan. En esos momentos, no hay juicios ni exigencias, solo calidez y comprensión. Él no me pide nada, pero yo quiero darle todo, y al hacerlo, no pierdo mi esencia; al contrario, me encuentro más plena y auténtica.
Amar a mi querido amor es un acto de gratitud y crecimiento mutuo. Es como un círculo perfecto: cuanto más le doy, más me lleno; cuanto más me ama, más quiero darle. Este tipo de amor no se trata de posesión ni de sacrificio, sino de libertad, apoyo y confianza. Es un espacio donde ambos podemos ser quienes realmente somos, sin miedo al rechazo ni a los errores.
Sé que mi lugar está junto a mi querido amor. Es donde pertenezco, donde siempre quiero volver, donde encuentro el equilibrio entre mi propia libertad y el calor de su compañía. Y es ahí, en sus brazos, donde puedo volar más alto porque sé que, pase lo que pase, siempre tendré un lugar seguro al cual regresar.
Esta reflexión me lleva a valorar lo que realmente significa amar. No es perderse en el otro, ni buscar llenar vacíos propios en alguien más. Es compartir, crecer, apoyarse y, sobre todo, ser libres para ser nosotros mismos.
Para quienes leen esto hoy:
El amor verdadero no controla ni exige, sino que inspira y libera. Si tienes la fortuna de encontrar a alguien que te impulse a ser mejor, que te haga sentir protegido pero libre, que te motive a volar alto y siempre te espere con los brazos abiertos, cuídalo. El amor no es una cárcel; es un hogar donde ambos pueden florecer y ser la mejor versión de sí mismos.
El lugar perfecto no está en un espacio físico, está en los brazos de quien te ama de verdad, y seguramente tú también eres esos brazos, para quien amas de verdad.
mail@sandranavarrete.com